Cuando hablamos de relacionarnos con la comida, no sólo nos referimos a la forma en la que interactuamos con cada alimento a travéx de lo que pensamos, sentimos y las emociones que nos evocan, sino también de cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con nuestra imágen corporal, nuestras emociones, sensaciones físicas y fisiologicas y nuestras relaciones sociales cuando de comer se trata.
Aplicar las herramientas de mindfulness a nuestra alimentación nos ayuda a explorar nuestros pensamientos, emociones, sensaciones corporales, patrones de comportamiento y la manera en la que nos relacionamos con la comida y nuestro cuerpo, en el contexto en el que nos encontramos, de manera que nos abre la oportunidad de traer a la consciencia todo aquello que nos dificulta alimentarnos y sentirnos de acuerdo con nuestra intención.
Cabe aclarar que este enfoque va por el camino medio o del equilibrio, es decir, no promueve alimentos buenos o malos, ni la pérdida de peso, sino la comprensión de la experiencia que nos permite pasar de la reactividad o hábitos automáticos, a la responsabilidad de actuar en congruencia con nuestra intención de salud y bienestar integral. La palabra Mindfulness puede traducirse de diferentes formas, como: atención plena o plena consciencia, entre otras.